En el encuentro de hoy quiero compartir un relato muy interesante y que aunque parezca lejano y de “ciencia ficción” les aseguro que es muy actual… Les relataré el mito de Procusto.
“En la mitología griega, Procusto era un bandido y posadero del Ática. Se le consideraba hijo de Poseidón, y en algunas versiones era un gigante. Con su esposa Silea fue padre de Sinis.
Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí le invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, le amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta y su cuerpo era más largo que la cama, procedía a serrar las partes del cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si, por el contrario, era de menor longitud de la cama, le descoyuntaba a martillazos hasta estirarlo (de aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque Procusto poseía dos, una exageradamente larga y otra exageradamente corta, o bien una de longitud ajustable.
Procusto continuó con su reinado de terror hasta que se encontró con el héroe Teseo, quien invirtió el juego, retando a Procusto a comprobar si su propio cuerpo encajaba con el tamaño de la cama. Cuando el posadero se hubo tumbado, Teseo le amordazó y ató a la cama y, allí, le torturó para «ajustarlo» como él hacía a los viajeros, cortándole a hachazos los pies y, finalmente, la cabeza. Matar a Procusto fue la última aventura de Teseo en su viaje desde Trecén (su aldea natal del Peloponeso) hasta Atenas.”
En un primer abordaje en lo que respecta al mito descripto anteriormente, la alegoría hace referencia justamente a ese comportamiento automático que habita en cada uno de nosotros de querer que todo encuadre en función de lo que cada uno cree y sostiene. Ahora bien, esa “matriz” o “cama de procusto” que habita en cada uno, hace de descartador de decisiones y posicionamiento respecto de decisiones que se toman en la vida cotidiana. Lo más movilizante de toda la cuestión en sí es que… no somos conscientes de cuán presente está esa conducta automática en cada uno de nosotros.
Desde el punto de vista astrológico, lo que aquí resuena a nivel energías es la presencia saturnina y jupiteriana. También es posible encontrar ese escenario en lo que sería Saturno en Sagitario. Ante las creencias hay rigidez y las cosas son como la persona las plantea, sin miramientos, es decir, la cama de Procusto en su máxima expresión. Procusto haciendo de las suyas en su máxima manifestación. Sería interesante entonces hacerse las preguntas:¿qué tan flexible eres respecto de tus creencias y paradigmas mentales? ¿Cuánto de lo “incuestionable” en tu vida es tal? ¿Cuántas decisiones has tomado en tu vida “recortando” lo que no encajaba con tu programa mental? Aquí es posible que surjan grietas o no, respecto de ideas y creencias que tal vez, vistas con lupa, encuentres que no tienen un fundamento que las respalde. Y tal vez lo más movilizante sea que esas creencias e ideas que ahora descubres que no tienen una raigambre sólida sostiene estructuras de tu vida actual… Aquí es cuando está la posibilidad de replantear qué pilares eliges como sostenedores de tu vida y cuáles ya son obsoletos. ¿Qué te animas a cambiar de tu vida actual y qué no? Conectando con Saturno en Sagitario es posible subir un escalón más en ese desenmascaramiento de viejas creencias y realmente estructurar desde un lugar diferente, “propio”, auténtico, con todo lo que ese proceso implica…
Sería interesante que esas creencias que en algunos casos extremos se viven como dogmas y hasta incluso fanatismos, las sueltes y comprendas que de lo que se trata no es de elegir o comprar creencias de otros como si fueran enlatados sino que de lo que se trata es que encuentres TU propio sentido, direccionalidad, a lo que quieras en tu vida… La única verdad absoluta es que no existe la verdad absoluta…