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El para qué del relato mítico


“Uno de nuestros problemas en la actualidad es que no estamos familiarizados con la literatura del espíritu. Nos interesan las noticias del día y los problemas de la hora. Antes una universidad era una especie de área herméticamente cerrada donde las novedades del momento no entraban a distraer la atención de la vida interior y del espléndido tesoro que constituye nuestra gran tradición: Platón, Confucio, Buda, Goethe y otros que hablaron de los valores eternos que están en el centro de nuestras vidas. Cuando un envejece, y todas las preocupaciones cotidianas han sido atendidas, y uno se vuelve hacia la vida interior… bueno, si no sabe dónde está o qué es, lo lamentará….” Joseph Campbell, El poder del mito.

Textos y relatos que dicen tanto y sin embargo actualmente no se fomenta su lectura y comprensión, ¿por qué será? Vivimos en una época en donde lo urgente pisa lo importante y el todo ya y ahora y la comodidad está por sobre todo… Las frases más comunes que se suelen escuchar son: “no tengo tiempo..”, “estoy a las corridas…”, “no me alcanza el tiempo”, etc… una carrera hacia no se sabe dónde porque en definitiva cuando llegues a la supuesta meta y como dice el texto, tal vez los años y los dolores corporales te lo hagan saber (la energía de saturno vivida en su nivel más básico) tal vez te preguntes, ¿de qué sirvió correr tanto si en definitiva por todo eso que luché que probablemente fueran cosas materiales o por otras personas, no te lo llevas? Lo más difícil de captar en este mundo tan consumista y materialista del si no lo veo no lo creo es que lo más valioso y trascendente es intangible, es un carbón a convertir en diamante dentro de cada uno de nosotros e implica comenzar por valorizar lo que no ves ni puedes tocar… Esa riqueza es la que te llevarás de este mundo, no otra…

Haciendo un acercamiento a algunos de esos relatos míticos nos encontramos por ejemplo, con la historia de Eros y Psique, y en esta ocasión quiero poner el foco en Psique, una parte del relato mítico cuenta lo siguiente:

“Psique (en griego la palabra quiere decir “alma”) era una princesa de una belleza tan extraordinaria que la misma diosa Afrodita estaba celosa de ella.

Sin embargo, Psique era tan bella que seguía virgen porque su belleza sobrehumana asustaba a sus pretendientes. Afrodita ordenó a su hijo Eros, el dios del amor, que castigara a la atrevida mortal. Por eso, algún tiempo después, un oráculo mandó al padre de Psique, bajo la amenaza de una terrible calamidad, que llevara a su hija a una roca solitaria donde sería devorada por un monstruo.

Pero el dios Eros, cuando vio a la muchacha que tenía que morir en la boca del monstruo que la esperaba abajo, quedó tan impresionado por su belleza que tropezó y se pinchó con una de sus propias flechas -esas flechas que utilizaba de manera tan eficaz para llevar el amor súbito tanto a los mortales como a los dioses-.

Así fue como Eros se enamoró de la persona que su madre le había mandado eliminar. Temblando, pero resignada, Psique estaba esperando en su roca solitaria la ejecución del oráculo, cuando de repente se sintió suavemente elevada por los vientos; era Céfiro, el viento del Oeste, que la llevó a un valle donde quedó dormida, sobre un verde cesped.

Al despertar, Psique descubrió ante si un magnífico palacio de oro y mármol que comenzó a explorar. Las puertas se abrían y voces incorpóreas la guíaban y se presentaban como sus esclavas.

Cuando cayó la noche y Psique estaba a punto de dormirse, un misterioso ser la abrazó en la oscuridad, explicándole que él era el esposo para el cual estaba destinada. Ella no conseguía ver sus rasgos, pero su voz era dulce y su conversación llena de ternura. Su matrimonio se consumó, pero antes de que volviera la aurora, el extraño visitante desapareció, haciéndole prometer primero a Psique que jamás intentaría ver su rostro.

Psique no estaba descontenta con su nueva vida. No le faltaba de nada excepto su encantador esposo, que sólo iba a visitarla en la oscuridad de la noche. Sin embargo, fue presa de la nostalgia y una noche pidió a su marido que la dejase visitar a sus hermanas. Eros accedió a cambio de lo que le había hecho prometer a Psique.

Visitó entonces a sus dos hermanas que, devoradas por la envidia, sembraron en su corazón las semillas de la sospecha, diciéndole que su esposo debía ser un horrible monstruo para esconderse así de ella. La criticaron tanto que una noche Psique, a pesar de su promesa, se levantó de la cama que compartía con su esposo, con disimulo encendió una lámpara y la sostuvo encima del misterioso rostro.

En vez de un espantoso monstruo, contempló al joven más hermoso del mundo -el propio Eros-. A los pies de la cama estaban su arco y sus flechas. En su conmoción y su gozo, Psique tropezó y se pinchó con una de las flechas, y por eso acabó por enamorarse profundamente del joven dios que antes había aceptado por haberse enamorado él de ella. Pero su movimiento hizo que una gota de aceite caliente cayera sobre el hombro desnudo del dios. Él se despertó enseguida, regañó a Psique por su falta de palabra e inmediatamente desapareció.

El palacio desapareció también, y la pobre Psique se encontró en la roca solitaria otra vez, en una espantosa soledad. Al principio pensó en suicidarse y se tiró a un río que había cerca de allí, pero las aguas la llevaron suavemente a la otra orilla.

Desde entonces ella vagó por el mundo en busca de su perdido amor, perseguida por la ira de Afrodita y obligada por la diosa a someterse a cuatro terribles pruebas, que consiguió superarlas una tras otra, gracias a la ayuda de las criaturas de la Naturaleza -las hormigas, los pájaros, los juncos-.

Finalmente tuvo que descender incluso al mundo subterráneo, a donde ningún mortal puede ir. Tenía que pedirle a Perséfone un frasco de agua de Juvencia -en otras versiones una caja- que le estaba prohibido abrir. Psique desobedeció movida por la curiosidad y quedó sumida en un profundo sueño.

Al final, conmovido por el arrepentimiento de su infeliz esposa, a la que nunca había dejado de amar y proteger, Eros despertó a Psique de un flechazo de su sueño mortal y, subiendo al Olimpo, le pidió permiso a Zeus para que Psique se reuniera con él.

Zeus se lo concedió y le otorgó a Psique la inmortalidad, dándole de comer la Ambrosía. Afrodita olvidó su rencor y la boda de los dos enamorados se celebró en el Olimpo con gran regocijo.”

Si escuchamos el relato con atención y ponemos el foco en determinados detalles, se detecta por ejemplo que Psique parece una mujer dócil y fácilmente influenciable. Su comportamiento parece estar en función de un otro y si el otro levanta el pulgar está contenta, si lo baja, está triste… Esa descripción que es de un personaje de un mito griego acaso no la encontramos en varias mujeres que se quejan de que son usadas y no las respetan? ¿Que su humor depende de si su marido o novio está alegre o no? ¿Principalmente mujeres que no saben qué quieren de sus vidas y que sienten que están siempre en función de los demás, teniendo que ser la “buena” de la historia sino las “castigan”? Si estás leyendo el relato y te sentís identificada,¿qué hacer entonces? Primeramente diría valorar que lo notas y que te das cuenta lo que actúas en realidad en tu día a día y que no eras consciente… Segundo, la descripción está en un mito, es decir, no es algo original de tu persona, sino que es una información que de algún lado obtuviste inconscientemente…

¿Toda esa información condensada en los mitos cómo llegan a tu persona? Entre las múltiples variables a considerar está la historia familiar, toda esa información que de generación en generación se transmiten, de abuelas a madres, de madres a hijas y de repente encontras historias como que tu abuela era una señora muy sumisa que no hacía otra cosa que atender a su marido y que el mandato familiar era que la mujer tiene que acompañar al marido… Esa información a su vez, se integrará en la carta natal de la persona ya que la estructura que sostiene esos relatos la descubrirás allí. Tus energías acopladas a lo que por debajo de la alfombra se transmitió… Y cuando descubres que estás actuando el personaje de Psique, ¿qué hacer? Aquí es donde comienza tu aventura porque sos la única persona que puede elegir entre seguir el libreto que ya está escrito o asumir la responsabilidad de cambiar el final del relato. ¿Cómo podrías comenzar? Preguntándote qué querés en tu vida y que no está. El viaje del auto-descubrimiento comienza dando el primer paso…


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