En estos tiempos de tanta conexión cibernética pareciera que para compensar hubiera cada vez menos conexión personal. Las relaciones humanas hoy en día parecen efímeras, instantáneas y de colección. Introducción, nudo y desenlace en poco tiempo. Si bien es cierto que el tiempo parece haberse acelerado, también da la sensación de que esa aceleración se ha trasladado a los vínculos de pareja. ¿Por qué sucede eso? ¿Por qué es todo tan superficial? ¿Qué hay detrás de eso?
Si se considera el entorno y los paradigmas imperantes, no es difícil deducir que el hecho que se valorice en demasía el tener, el creer, el poder y el saber, que también tiene relación con las energías más básicas de Tauro, Leo, Escorpio y Acuario, también se traslade a las relaciones. Es muy simple verificarlo en términos de analizar qué es lo que se considera al momento de hablar de relaciones: si tiene o no dinero, si cree o no cree en lo mismo que la persona, si es poderoso o no lo es y si sabe o no sabe. Esas mismas variables que actúan de filtros automáticos en nosotros, porque nuestras decisiones las basamos en esas variables desde lo automático, también se trasladan a los vínculos. Los vínculos entonces son posesiones de “objetos”, una relación que “tengo”, o también decir, “creo” en la relación, como si por arte de magia la relación avanza sola, o una relación en donde hay imposición, como por ejemplo, los vínculos de sometedor y sometido, relaciones en donde una de las partes parece ceder ante el otro y resulta siendo una polaridad. En todas esas frases, la pregunta es: ¿dónde está la persona?, o haciendo una pregunta aún más profunda, esa persona que se queja que no “consigue” (acá otra vez el tono mercantil de las relaciones) pareja, ¿se ha preguntado alguna vez qué hay dentro de ella para encontrarse con eso? Y aquí ya pongo el freno a las frases que puedan surgir a modo general: “ahh pero es porque no hay hombres” o “no hay mujeres” o etc…. todas justificaciones. Frases masivas que lo único que producen es que las personas se escuden en ese “todos” y quede ahí la cuestión. Vuelvo a preguntar: ¿dónde estás vos ahí? ¿Qué TE sucede internamente que te encontrás con lo que te encontrás? Esa pregunta es bastante incómoda pero es la única vía de acceso a comprender realmente qué es lo que está sucediendo…
El gran incordio es que las personas se creen separadas del afuera, lo de afuera es usable, aprovechable y descartable. Si conoces a alguien y “no sirve” se descarta, jamás te preguntas porqué atrajiste una persona así.. ese es el primer paso. Como dije antes, no se trata de generalizar para distraerse en esa masa indiferenciada, sino de particularizarte. Y no es lo mismo que ser individualista, que es otro término en boga hoy en día. El particularizarte significa que en cada vínculo que generas, te encuentres vos y comprendas qué hay tuyo en eso que aborreces del otro, por ejemplo. En función de lo que el otro te plantee y si es algo que te encoleriza, preguntarte, ¿qué está viendo el otro de vos por lo cual plantea lo que plantea?
En ese giro de mirarse el ombligo hace su incursión la herramienta astrológica como posibilidad primero de entender tus escenarios cristalizados en función de tu historia personal y luego como oportunidad de comprender la trama oculta en los diferentes escenarios planteados. Te quejas que siempre te abandonan cuando entablas vínculos y “casualmente” en tu carta tenés una configuración Luna-Urano cuya posible manifestación, entre tantas, es el abandono. Aquí alguien podría preguntar, ¿entonces todas las personas que tienen Luna-Urano serán abandonadas? La respuesta es no, porque además de esa configuración, como la Astrología enseña, las posibilidades son amplias cuando se habla de configuraciones y la que resulte dependerá de la historia de la persona, su mito familiar, social además de lo colectivo. Descubrís que en tu vida se te presenta de forma repetitiva el abandono, ¿y entonces? ¿ya está? ¿La persona tiene que resignarse? ¡Claro que no! Y aquí es donde comienza el viaje, es tu decisión tirar de la punta del ovillo y descubrir qué surge de eso.
En ese buceo personal tal vez descubras la escena primaria en donde se ancló esa sensación de abandono, justamente fue cuando eras pequeño o pequeña y no lo recordabas… Lo que se devela en realidad es que hubo situaciones en la infancia muy movilizantes a nivel psíquico que se reprimieron y esas vivencias al estar ocultas tienen poder y siguen tan vigentes como el primer día. Como todo viaje interno, requiere de un proceso que precisa tiempo y fundamentalmente paciencia. Como he dicho en ocasiones anteriores, no existen recetas mágicas ni para que tu vida sea genial de un día para el otro y tampoco para tener un vínculo maravilloso de la nada.
¿A qué viene todo ese planteo del viaje interior? Es simple, en la medida que te conozcas más y más internamente, comprenderás más el afuera y por ende, al otro. Cuando generes vínculos ya conociéndote más, entenderás qué te muestra el otro y enseguida detectarás porqué te plantea lo que te plantea y qué tenés que aprender. Solamente viendo a ese otro como un Aliad@ es posible que vos crezcas y que el otro crezca, ¿por qué? Porque el ver a la otra persona como un Aliad@ implica que hay respeto y valorización hacia esa persona y de ese modo es cuando un vínculo se nutre y crece.