Luego de reconocer en cada uno de nosotros, nuestro potencial, conectando con nuestra voz interior, fuerza vital y la estructura que ello implica, descubrimos que todo eso no tiene sentido si no hay un para qué trascendente al cual dirigirnos y que para ello hay que tomar decisiones. Decisiones que incluyen las más cotidianas porque cada pasito conforma nuestro gran Paso hacia aquello que decimos querer.
Ahora bien, en todo ese proceso hay miedos, inseguridades, las cuales en general, nos paralizan, nos frenan y hacen que la energía en nosotros se estanque. Cuando, en cambio, decidimos dar el paso y avanzar es la primera señal de que nos animamos a entrar a lo desconocido. ¿De qué depende de que sea productivo y beneficiosa esa actitud?. Depende de varios factores:
En primer lugar, reconocer el desde dónde uno avanza, si es desde la soberbia y el orgullo actuando “el me las sé todas” ese recorrido será ficticio ya que será para el afuera y en definitiva, no aporta algo nutritivo o transformador a la persona, es cáscara vacía. En realidad, en ese caso se avanza sin ser consciente del porqué y para qué lo hace, sería por impulso programado, por decirlo de algún modo.
Si en ese reconocimiento del desde dónde, surge un deseo de generar un cambio en la propia vida pero no sé sabe bien cómo generarlo, ahí la cuestión tomará otro color ya que de lo que se trata es de avanzar sin detenerse en si se sabe o no se sabe cómo. Y aquí es interesante porque lo que puede vislumbrarse es una grieta, una grieta entre lo que la persona desea, y lo que “corresponde” que muchas veces, se contrapone a ese deseo. En otras palabras, ahí lo que estaría involucrado es lo consciente versus lo inconsciente. Desde lo astrológico en cuanto a energías, estaríamos hablando del elemento fuego del impulso, de la inspiración versus el elemento agua que generalmente nos remite al pasado, a lo que nos contiene y da seguridad, porque es lo conocido.
En segundo lugar, entender que la única forma de generar un cambio es atreverse a dar el paso aunque NO SEPAMOS. Y esto contradice la creencia de que si no sabemos, entonces no avanzamos. Justamente, cuando ponemos el cuerpo, cuando nos involucramos, es cuando llega el aprendizaje, por más que implique darse golpes, tropezarse, equivocarse. Nuestras inseguridades y miedos, nos frenan porque aborrecen el equivocarse, el cometer errores y fallar y por querer evitarlo entonces nos quedamos y estancamos.
En cuanto a Arcanos del Tarot, aquí nos encontramos con el Arcano El Carro, en esa figura, hay un joven con una armadura que parece decidido a avanzar, casualmente tiene una armadura puesta, o sea, todavía se protege y hay miedos pero está decidido a emprender. Lo que no nota es que no tiene las riendas de los caballos si es en el Tarot de Marsella o de las esfinges si es el Tarot de Rider Waite. Esas figuras representan lo inconsciente, esa fuerza que siempre nos hace volver al centro de nuestra zona de confort en cuanto surge el peligro a lo desconocido. ¿Qué tiene que hacer el muchacho de la carta entonces?. ¿Bajarse del carro hasta que consiga tener las riendas o subirse y lograr obtenerlas?.
Esas riendas que no se tienen lo que están mostrando es cómo cuando nos decidimos avanzar en terreno desconocido ignorando muchos aspectos de nosotros mismos, es inevitable que surjan resistencias, obstáculos y fuerzas que no controlamos. Ahí la cuestión radica en aprender a domar la situación y a poner el cuerpo haciendo el camino al andar, como dice el poema. Es dar el paso por Deseo, aunque no haya experiencia, ni dominio de las propias tensiones internas. Solamente así tomaremos consciencia que la mayor parte de nuestros miedos son imaginarios, que en realidad, estamos a una creencia de distancia de lo que realmente deseamos. ¿Te animas a empezar Tu Magnífico Viaje?.
Carolina Capmany
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