Luego de esa oscuridad vivida en el momento anterior, si realmente hubo fondo y se sintió ese dolor existe la posibilidad de un nuevo renacer. Y digo existe la posibilidad y no lo nombro como algo dado porque para “renacer” hay que morir y generalmente luego de haber vivido tormentas muy intensas, volvemos a lo anterior, es decir, no hubo marca.
¿Y por qué sucede eso? Porque para realmente tomar lo vivido como una “nueva vida” en primer lugar, hay que haber anotado esa tormenta como un “nunca más”, una marca tan intensa que la consideremos como un antes y un después en nuestras vidas. Si luego del acontecimiento “x” que uno haya vivido en el cual la pasó mal, lo recuerda como una anécdota para compartir con amigos, entonces fue actuar el angustiadito y fue un acting, no anotamos la profundidad del mensaje.
¿Y cómo darse cuenta de si uno realmente comprendió y anotó lo vivido como un antes y un después?. Uno se da cuenta por lo que deja dicho, en nuestra forma de expresarnos, en nuestras emociones y en nuestros actos “se notará” que hubo un click interno que nos hace movernos diferente y los demás también lo notarán.
Cuando uno realmente sintoniza con ese click y tiene claridad de hacia dónde quiere dirigir su vida, es cuando es posible hablar de una vida auténtica. Para comprender la analogía de lo que estoy mencionando nombro la alegoría de la caverna de Platón. Esas personas encadenadas en una cueva mirando solamente hacia una pared en la cual se proyectan sombras y creyendo que “esa es la realidad” hasta que uno de ellos sale de la cueva y ve la luz del Sol por primera vez.
Cuando en la película Matrix, Neo “despierta” y ve códigos, o sea, ve lo que hay detrás de lo manifiesto, porque comprende la profundidad de las cosas, ahí se puede decir que hay autenticidad. Para llegar a esa instancia, tuvo que morir antes.
En lo que respecta a energías, esta instancia tiene relación con nuestro Sol en la Carta Natal en la instancia de Expansión de Consciencia y con el Arcano del Sol en el Tarot. Es un “ver la luz al final del túnel” que logramos vivenciar en tanto y en cuanto hayamos aprendido de la experiencia del Arcano anterior, la Luna.
La Luna como “la noche oscura del alma” es ese duelo interno que sentimos luego de habernos despojado de todo lo que decidimos soltar y no seguir defendiendo. Y aunque uno “decida” también hay que considerar que nuestras elecciones, nuestros movimientos de estructuras internas, tienen secuelas emocionales. Duele el arrancar lo que era habitual, lo que era costumbre, una vez que uno realmente comprende que se trata de cerrar en los tres registros, y agotar eso histórico que no queremos más en nuestras vidas, tanto en lo mental, en lo emocional como en lo real, ahí sí allanamos el camino para el Arcano del Sol.
Esta carta es una “buena” carta pero para realmente habitarla hay que haberse implicado en el proceso anterior. El Arcano de El Sol nos habla de una consciencia que brilla, una consciencia “libre” ya encarnada desde la seguridad y la claridad de lo que uno desea manifestar en su vida. En este Arcano, bien habitado, no hay DUDA, hay CERTEZA, hay pureza interior, hay AMOR.
Carolina Capmany
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